Por Hilda Luisa Díaz-Perera. 2008 Derechos Reservados.
Bienvenidos a Una Cuartilla o ¡las que sean necesarias! Le he puesto este nombre al blog por varias razones. Todos los que hemos contribuido con nuestros artículos a los periódicos, hemos escuchado la famosa y inapelable frase: “¡Una cuartilla solamente que no hay mucho espacio!”. Yo al menos, nunca he podido decir todo lo que tengo que decir en una cuartilla y aborrezco un editor blandiendo en mi contra la tecla para borrar de la computadora. Por suerte aquí nadie va a limitarme. Así es que cuando tenga la vena podrán leer mucho bueno y cuando no la tenga tan buena supongo que no leerán mucho malo. Eso dependerá de ustedes.
También escogí ese nombre porque ¿quiénes de los que escribimos o deseamos escribir no se ha visto, en más ocasiones de las que quiere recordar, sentado ante una cuartilla blanca, virgen, vacía, tentadora, lápiz, pluma o teclado en mano, y la fuente, seca, no produce absolutamente nada que valga la pena poner en el papel? ¿Aló? ¿Hay alguien ahí?
Con el transcurrir del tiempo reconozco que son varios los guías que me asedian a la hora de escribir y nunca sé cuál de ellos me va a ayudar o me va a “soplar” el material con el cual voy a rayar la cuartilla. En mi caso el resultado tiene mucho que ver con cual de estos personajes me “echó” una manito. Hay uno que me ronda con un tema por varios días y cuando por fin me siento a complacerlo entonces no estaba preparado y me hace escribir lo mismo varias veces y mediocremente, o se niega a perfilar un personaje central o a ofrecerme un final lógico. Ése también me niega las palabras precisas que persigo en mi mente para transmitir con exactitud mi mensaje. Además es el reponsable de dejarme los cuentos inconclusos, con algún fragmento brillante, que no tiene cabida en ningún otro lado. Ya he logrado comprender que éste me hace perder un tiempo precioso, que si decide irse, no tiene regreso y si logro atraparlo en algún otro momento siempre se me escabulle o me tienta metiéndose por veredas por donde no me interesa perseguirlo.
Hay otro que me pide que escriba, me dice que me siente, me promete que tiene algo para mí y luego, una vez que me convence se pone a descansar y me deja con la palabra en la boca o mejor dicho con la palabra en la pluma y desaparece como por encanto. Ése, como se decía en Cuba cuando yo era niña, siempre “me manga”, siempre me toma el pelo, siempre me deja vestida pa’ la fiesta, con los crespos hechos. Ése no encara su responsabilidad y no empieza ni termina nada. Tengo otro que me da rimas fáciles, básicas rimas para niños; otro que me “sopla” cuentos; otro que maneja opiniones y es mi comentarista de la vida cotidiana. Estos guías son los que me hacen dudar. Estos son los que diluyen en mi pensamiento el veneno pernicioso que nos consume a todos los que escribimos: ¿Realmente sirvo? ¿realmente escribo?
Y entonces está “el maestro”. Pero ése viene preparado y no me ronda por mucho tiempo. Ése me toma de la mano, me trae la silla, la cuartilla y me pone la pluma en mano y con él me doy el viaje más maravilloso a la mismísima fuente de la inspiración donde beben los dioses y sale la pieza completa, susurrada sublimemente de principio a fin. No es que venga muy a menudo, pero cuando viene, la cuartilla blanca y vacía se cubre rápidamente de arriba a abajo sin tener uno que pensar mucho, y la pluma vuela. “Sopla” tan aceleradamente que las manos no me dan para tomar el dictado a la velocidad conque viene. Si le dices: “¡Espera que no entendí! ¿Cómo es que va la cosa?”, te mira y dice con impaciencia: “¡No tengo tiempo que perder! ¡Apunta!” Entonces te ves con una oracion que dejas a la mitad para empezar otra con tal que no se pierda ninguna de las dos. Las palabras no salen escritas sino como símbolos casi taquigráficos. Ves la escritura amontonarse a un costado del papel, o subir o bajar como hiedra por los márgenes. Cuando te das cuenta que terminaste de tomar el dictado, “el maestro” hace tiempo desapareció sin dejar rastro. Sólo tu corazón palpitante y las cuartillas entre tus manos o alumbrándote desde la pantalla, dan fe que por un breve paréntesis de tiempo te asomaste a la magia y milagro de la creación.
Por eso, por esos pocos momentos verdaderamente sublimes: Una Cuartilla, ¡o las que sean necesarias!
Sunday, November 23, 2008
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